Belleza intensa en los bosques y estepa patagónica
La mutisia virreina o clavel del campo, (Mutisia decurrens) es una especie de plantas con flores perteneciente a la familia Asteraceae. Es una planta trepadora perenne con zarcillos. Sus hojas son simples de forma ovalada pero su borde es espinoso y dentado.
El nombre genérico Mutisia le fue asignado en honor de José Celestino Mutis (1732, 1808) botánico español.
Descripción: Enredadera, con tallos volubles muy ramificados. Hojas decurrentes, lanceoladas, de 5,5 a 10 cm de largo x 8 a 20 mm de ancho, con nervio central marcado, bordes algo replegados y un zarcillo largo y bífido. Capítulos grandes, de 6 a 8 cm de diámetro, solitarios en los extremos de las ramitas, con largos pedúnculos y numerosas brácteas involucrales dispuestas en 4 a 5 series. Flores dimorfas; las marginales 10 a 15, pseudoliguladas, anaranjadas, femeninas; flores del disco numerosas, bilabiadas, anaranjadas, hermafroditas. Fruto aquenio cilíndrico con papus blanco. Florece en verano.
Distribución: En Chile se presenta entre la VII y XI región, contra la cordillera, y en Argentina en la franja de bosques patagónicos a la altura del paralelo 40 y 42 (Parque Nacional Nahuel Huapi y Parque Nacional Los Alerces). Habita en la franja entre 500 y 2000 m s. n. m. Ha sido designada la flor oficial de la provincia de Neuquén y la flor de la ciudad de Esquel en Argentina.
Habita: En ambientes más o menos húmedos, donde trepa sobre árboles y arbustos. Bosques y estepas lindantes.
Observaciones: Enredadera de gran belleza por sus "flores" grandes y naranjas. Ornamental. Se reproduce por semillas. La decocción de sus raíces se utiliza para lavarse la cabeza y hacer crecer el cabello.
La Leyenda
La Mutisia (Quiñilhue)
Hace mucho tiempo, en la zona del volcán Lanín, existían dos comunidades que no eran muy amigas, y por diferencias antiguas se guardaban mucho rencor.
Un día, el joven hijo del Longco (jefe) de una lof y la hija del Longco de la otra se enamoraron. Pero dado el intenso rencor que existía entre las familias, no podían tratarse a menudo y verse abiertamente.
Una oscura noche, la machi (autoridad religiosa), vigilaba junto al rahue (lugar sagrado) mientras se realizaba el Nguillipún (ceremonia religiosa más importante del pueblo mapuche). De repente rompió el silencio el graznido del Chiuqui ñi pun (chimango de la noche). La machi se estremeció, pues sabía que ese era un grito de mal presagio.
Miró a su alrededor y escuchó un ruido sospechoso. Observando atentamente, vio a la querida hija del Longco que escapaba sigilosamente con el hijo del Longco enemigo. En ese momento la machi se dio cuenta que ese era el peligroso suceso anunciado por el ave agorero.
La machi creía que esa acción merecía ser castigada, pero antes de comunicar al padre la fuga de su hija, consultó con el pillán (fuerza superior intangible):
– ¿Debo o no dar parte de rapto al padre de la niña?
– Mai (si) contestó el Pillán.
La machi corrió a la Ruca (casa) del Longco y delató la fuga. Enseguida se escuchó por segunda vez el alarmante grito del Chiuqui ñi pun.
El padre, muy enojado, ordenó la persecución y captura de los enamorados que pronto fueron apresados, juzgados y condenados a muerte.
Ambos jóvenes fueron atados a un poste y con lanzas y machetes, se arrebataron contra ellos dándoles muerte a ambos.
A la mañana siguiente, los ejecutores, quedaron asombrados al ver que en el lugar del suplicio de los jóvenes enamorados, habían nacido unas flores de pétalos anaranjados nunca vistas.
¡Quiñilhue! – gritaron los primeros que la vieron, y con ese nombre, “quiñilhue” se conoce la flor que produce una enredadera que se abraza y trepa por los árboles, como se abrazan los jóvenes enamorados.
Avergonzados y arrepentidos, se empezó a respetar esa flor llamada Mutisia por los blancos. Las almas de los jóvenes amparados por la nguenechen (dueño de los seres humanos) en el país del cielo (huenu mapu), se amaron por siempre mientras esa delicada flor de pétalos rojos nos recuerda el amor de los jóvenes dado por el injusto rencor.